¿Sabías qué el olor llegó al cine antes que el sonido?

La primera vez que se utilizó la aromatización en un cine fue en 1906. El empresario Samuel “Roxy” Rothafel, dueño de lo que luego sería la cadena de cines Roxy, utilizó bolas de algodón empapadas en aceite de rosas y un sistema de ventiladores para aromatizar un documental sobre el Rose Bowl Game, una especie de competición de fútbol y arreglos florales.
Este primer intento llevó a una lista enorme de pruebas por parte de otros cines, utilizando diferentes perfumes y personal encargado de aromatizar la estancia en el momento adecuado de la proyección. Por ejemplo, es famoso el uso del aroma de azahar durante el espectáculo musical “Tiempo de que florezcan los Naranjos” que se proyectó en el Teatro Chino de Los Ángeles.
Sin embargo, los intentos de perfeccionar esta técnica aromática, para conseguir aportar a los espectadores una experiencia completamente inmersiva, se encontró continuamente con el mismo problema: la necesidad de eliminar un aroma antes de utilizar otro.
Por decirlo de algún modo, la ventilación en los primeros cines dejaba que desear. Por ello, si querían recalcar primero las rosas de una imagen a continuación el olor de la cena, el resultado era una amalgama de olores que acaban saturando la estancia y creando un efecto de lo más desagradable.
Sin ir más lejos, durante el estreno de Angéle, de Marcel Pagnol en 1935, el ambiente acabó tan viciado e irrespirable que los espectadores estuvieron a punto de amotinarse y destruir el cine.
Cabe decir que casi 90 años después los sistemas de ventilación y las tecnologías utilizadas para aromatizar mediante la micronebulización han avanzado tanto, que quizás ha llegado el momento de retomar los intentos de estos creativos pioneros.
Y tú qué piensas ¿le devolvemos al séptimo arte el sentido del olfato?
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